martes, 22 de marzo de 2011

La primera impresión es la que cuenta.

Hasta ahora, recuerdo dos frapuccinos como el mejor y el peor que había bebido nunca. El peor me lo tomé hace unos años, en Londres. Era la segunda vez que iba a un Starbucks y ese verano había ido con mi prima Ana a pasar un mes en Inglaterra. Sí, las dos solas ante el peligro. Me acuerdo de que ese frapuccino tenía más cubitos de hielo que chocolate.
Pero, sin duda, si alguna vez me había bebido el mejor frapuccino, el que me estoy bebiendo ahora lo supera con creces. Llevamos ya una hora sentados en el Starbucks de Las Ramblas.
- Lo siento, Alicia, pero tengo que irme ya-.
- ¿Tan pronto?-.
- Hombre, llevamos aquí una hora, por lo menos...-.
- Ah, pues se me ha pasado muy rápido- le digo con cara de sorpresa.
- Hasta luego, entonces-.
- Adiós...-.

Se levanta bruscamente y se marcha, a la vez que me tira un beso. Me ha dejado desconcertada y con cara de tonta. ¿Pero qué se ha creído? ¡Eso no se le hace a una chica que acabas de conocer! Le he notado que estaba algo distante en la conversación y ahora esto. Creo que lo voy a pasar por alto, pues apenas le conozco.

Es de noche ya y miro por la ventana del salón. Las estrellas me indican que mañana será otro día radiante, o al menos eso es lo que me gustaría en mi primer día de trabajo.

EuropaFM suena y oigo que Shakira me despierta con su Hips don´t lie. Como siempre, me quedo un buen rato mirando el armario a ver qué me pongo. Me parece que lo más apropiado para hoy será un traje de chaqueta, porque, como dice cierto personaje de una de mis series preferidas "Nothing suits me like a suit". Blasier negro, camisa blanca, falda negra justo por encima de las rodillas, pañuelo de TOUS en tonos rosas, medias a prueba de carreras y botines negros. 


Pablo me había dicho que, en taxi, tardaría 10 minutos en llegar al trabajo. Pero yo creo que una no se puede fíar del tráfico, así que salgo una hora antes de casa. Por supuesto, ¿a quién le iba a pasar esto si no es a mí?. He tardado diez minutos.
No me puedo creer que en una de las ciudades más importantes y más grandes de España no haya casi tráfico. Increíble pero cierto.

Un café en el coffee shop de la esquina es la respuesta. Estoy temblando como un flan. Estoy tan nerviosa como en mi primer día de universidad. Aunque claro, el primer día de la universidad siempre tenía el consuelo de que nadie se conocía...

¿Qué me iba a encontrar en una empresa multinacional como esta? ¿Cómo serían mis compañeros? ¿Seríamos más que compañeros? ¿Tendría que trabajar mucho? ¿Causaría buena impresión? Media hora después, me levanto, me pinto los labios y cojo mi bolso. Ya estoy preparada para responderme a todas esas preguntas que me están volviendo loca.

Paz Olivares.



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