Nochebuena, Navidad, Nochevieja, Año Nuevo, Reyes, ... Muchos son los días que nos hacen reunirnos durante estas fechas con la familia y amigos. Días de felicidad y de ilusión, de magia y de entusiasmo, de luces y de regalos.
Pero yo me pregunto si de verdad lo material es lo que importa en estos días navideños. Lo material, todos los envoltorios y lazos que pasan por nuestras manos, todo lo que gastamos para "hacer felices" a los nuestros. Pues bien, mi opinión es que muchas de estas cosas son insignificantes al lado de lo que realmente importa en nuestro corazón.
Si supiéramos abrir los ojos para ver, si supiéramos contemplar todo lo que nos rodea y que no apreciamos, si supiéramos mirar en lugar de observar, nos daríamos cuenta de que los pequeños detalles son los que nos hacen realmente felices. Un simple gesto, un simple mensaje o una simple frase que te desee lo mejor para esta época del año, vale mucho más que cualquier joya o colonia.
Feliz Navidad a todos mis lectores. Sí, esto es un mensaje que os desea lo mejor para este año que termina y para el que está a la vuelta de la esquina. Recordad: no seáis espectadores y empezad a actuar, aprended a mirar.
Paz Olivares.
lunes, 24 de diciembre de 2012
domingo, 18 de noviembre de 2012
Un viaje en el tiempo
Un domingo cualquiera de otoño. Te levantas por la mañana, piensas en el presente, en el pasado y en el futuro. El pasado pasado está, el presente es ese momento que estás viviendo, y el futuro es una incógnita.
El pasado no se puede cambiar, es un tiempo que se nos ha quedado lejos y muy atrás. No creo que sea necesario volver a él. No creo que sea conveniente volver a él para modificar lo que hicimos con nuestro tiempo. Lo hecho está hecho ya, lo único que podemos hacer es volver a los recuerdos. Los recuerdos: aquellos rincones de nuestra mente que, de vez en cuando, se nos iluminan y nos hacen reír o llorar.
El presente, un regalo y una realidad. Un regalo que pocas personas desenvuelven o disfrutan. Una realidad que debemos aprovechar por todo lo alto. Cada acción, cada decisión, cada mirada, cada palabra y cada pensamiento pasan a formar parte de cada instante del presente. Por eso, cada cosa que vayamos haciendo todos los días, hasta el mínimo detalle, nos debe parecer lo más importante, debe ser para nosotros algo que disfrutemos como si el mundo se fuera a terminar al minutos siguiente.
El futuro, esa X de una ecuación que queremos resolver a toda costa. Nos preocupamos de lo que nos pasará mañana, de qué será de nosotros dentro de unos meses, del tipo de personas que seremos dentro de unos pocos años. Todo sería más fácil si pensásemos que el futuro está en cada una de nuestras acciones diarias, si pensásemos que el futuro está sobre la palma de nuestras manos. El futuro está en nuestro presente.
Todos hemos pensado alguna vez en que ojalá pudiéramos viajar en el tiempo. Poder viajar al pasado a cambiar cosas que no hicimos bien, a cosas que quisiéramos volver a vivir. O bien, poder ir hacia el futuro y echar un vistazo a ver cómo somos o a ver de qué va nuestra vida. A mi, personalmente no me gustaría viajar al futuro, no me gustaría romper con esa curiosidad que siempre tengo encima. No me gustaría saber cómo soy dentro de unos años, si me habré casado, si habré encontrado al amor de mi vida, si tendré el trabajo de mis sueños o si tendré una casa espectacular. No me gustaría saber nada en absoluto. Eso sí, si trabajamos cada día por poder ser feliz en ese futuro, tened por seguro que lo seremos.
Paz Olivares.
lunes, 15 de octubre de 2012
Un amigo de verdad
Todos tenemos presente en nuestro día a día a una persona
que nos apoya en todo lo que necesitemos. Una persona que nos aconseja y que
nos ayuda; una persona especial que entiende nuestros silencios, nuestras
risas, nuestras palabras y todos y cada uno de nuestros pensamientos.
La mayoría de los mortales tenemos una persona en la vida que es una de las
más importantes para nosotros. Es una persona que conocemos como si fuera
nuestra propia hermana. Esa persona puede llevar con nosotros mucho tiempo, o
conocernos desde hace no mucho.
Algunos nos acordamos del día que conocimos a ese alguien. Ese día que
marcó nuestra vida con la imagen de esa persona que, aunque nosotros no
fuéramos conscientes de ello, pasaría a ser tan imprescindible. Ese ratito se
nos queda grabado en la memoria.
Todos podríamos decir millones de cosas de nuestro alguien. Nos conocemos
tan bien, que con una sola mirada o con una simple palabra, podemos entendernos
a la perfección. Es como si nos leyéramos la mente.
A lo mejor a esa persona no le gusta que le vean llorar, o incluso a
nosotros mismos no nos gusta, pero con ese alguien lloramos por tonterías y por
cosas más serias, y lo hacemos siempre juntos.
Puede que sea la persona con la que más nos hemos reído en toda nuestra vida. Tenemos
muchas cosas en común, aunque sean simples chorradas o bromas, pero las tenemos
porque hemos compartido demasiado tiempo.
Eso sí, también tienen grandes defectos, y es que para eso estamos
nosotros: para recordárselos cuando es necesario.
Con esa persona estamos muy unidos, es una relación muy especial la que
tenemos con ella. Nos ocurren cosas especiales y muy curiosas juntas, porque
con esa persona a nuestro lado, todo es siempre fuera de lo normal.
Hay una película que, aunque
no es de las mejores producciones cinematográficas de la historia, siempre me
gusta volver a verla. En esa película aparece lo siguiente: “A veces en la vida
hay vínculos que no pueden romperse. A veces si puedes encontrar a esa persona
que te apoyará sin importar lo que pase. Quizá encuentres al amor de tu vida y
celebres la boda de tus sueños, pero también existe la posibilidad de que la
persona con la que puedas contar toda la vida, esa persona que te conoce
incluso mejor que tú mismo, sea la misma persona que ha estado a tu lado
siempre”
Y lo único que me queda por
decir es: “Quien tiene un amigo, tiene un tesoro".
Paz Olivares.
lunes, 10 de septiembre de 2012
Lo bueno se termina
Todo son rayos de sol, calor, shorts, sandalias, el último modelo de gafas de sol y tirantes. Canciones pegadizas de anuncios que te presentan una vida maravillosa. Planes por todas partes, viajes de ensueño y, así, la imaginación se te va de las manos. Y luego viene la frase "Este verano será el verano de mi vida".
El verano, la estación del año en la que no piensas y en la que todo te da igual. Nos avalanchamos hacia esas aguas azules y esas playas interminables. Todo son amigos, risas, noches infinitas y ninguna preocupación en nuestras mentes.
Pero todo lo bueno se acaba y el verano, por desgracia, llega a su fin. Llega el frío. La universidad y el colegio vuelven a abrir sus puertas. La rutina se instala de nuevo en nuestras vidas y llegan los encuentros con personas que no ves hace meses. Unos ansiados encuentros y otros que no lo son tanto. Pero siempre comienzan las esperanzas para el nuevo curso y para una nueva temporada. Nuestra cabeza se llena de emociones y de nuevos objetivos y metas. Eso es lo que nos hace seguir adelante y no hundirnos en la depresión post- vacacional.
Por eso se llama la mejor parte del año, la parte del año en la que vivimos al máximo y en la que aprovechamos todo lo que podemos y más. Lo echamos de menos durante el resto del año, aunque no podríamos vivir en él siempre. Y esto es verdad, ya que la monotonía es un hecho.
Así que nuestra burbuja de felicidad puede seguir siendo igual todo el invierno y esperar impaciente a volver a sacar la ropa de verano y los bikinis.
Paz Olivares.
lunes, 27 de agosto de 2012
Sensaciones de nuestra mente
Hay canciones. Hay olores. Hay películas. Hay objetos. Hay palabras y expresiones. Hay canciones, olores, películas, objetos, palabras, expresiones y muchas cosas más que nos recuerdan a alguien. A todos nos pasa.
Todos tenemos un chip en el cerebro que nos hace acordarnos de una persona que ha dejado su huella en nuestra vida por algo. Esos recuerdos vienen de golpe cada vez que escuchamos esa canción que tanto significa para nosotros; cada vez que olemos esa colonia que tanto nos gusta; cada vez que escuchamos una palabra que identificamos inmediatamente con esa persona que tanto la dice.
Experimentamos ciertas sensaciones que nos hacen recordar momentos que, a no ser que perdamos la memoria algún día, siempre van a estar ahí.
En un rincón de nuestra mente van a permanecer, aunque hagamos todo lo posible por olvidarlos.
Ese olor siempre te va a recordar solo a una persona, aunque conozcas a mil más que lleven ese perfume. Esa película va a hacer que te acuerdes de ciertas ocasiones que han marcado tu vida. Esa canción con esa letra traerá a tu mente todo eso de lo que no vas a poder deshacerte nunca.
Todos tenemos un chip en el cerebro que nos hace acordarnos de una persona que ha dejado su huella en nuestra vida por algo. Esos recuerdos vienen de golpe cada vez que escuchamos esa canción que tanto significa para nosotros; cada vez que olemos esa colonia que tanto nos gusta; cada vez que escuchamos una palabra que identificamos inmediatamente con esa persona que tanto la dice.
Experimentamos ciertas sensaciones que nos hacen recordar momentos que, a no ser que perdamos la memoria algún día, siempre van a estar ahí.
En un rincón de nuestra mente van a permanecer, aunque hagamos todo lo posible por olvidarlos.
Ese olor siempre te va a recordar solo a una persona, aunque conozcas a mil más que lleven ese perfume. Esa película va a hacer que te acuerdes de ciertas ocasiones que han marcado tu vida. Esa canción con esa letra traerá a tu mente todo eso de lo que no vas a poder deshacerte nunca.
Paz Olivares.
jueves, 16 de agosto de 2012
La nueva rubia de Gucci
Hola, soy la reina cotilla, vuestra mejor fuente de información sobre la escandalosa vida de la élite de Manhattan..
NO, yo no soy Gossip Girl pero esa serie me vuelve loca. Hace más o menos un año la descubrí. Supe de su existencia y no me quedó más remedio que rendirme a sus pies, como le pasa a todo el que la ve.
Todo el mundo que conozco que ha visto alguna vez esta serie se ha maravillado con ella, con sus personajes, con los actores que interpretan a esos personajes, con sus espectaculares fiestas, con sus magníficos áticos en los mejores edificios de la ciudad de Nueva York.
Pero no os voy a hablar de la serie, sino de su protagonista, la multimillonaria Serena van der Woodsen.
O, más bien, de la actriz que protagoniza la serie. Se trata de Blake Lively. Es una de las rubias más guapas y más impresionantes de la actual generación Hollywood. Se ha ganado su fama gracias a la serie que ha cambiado la forma de entender la Gran Manzana. Se ha convertido en la imagen de una de las marcas de perfume más sofisticada del mercado: Gucci. Concretamente es imagen de la fragancia Gucci Premiere. El cortometraje del nuevo perfume Gucci será presentado en un evento especial durante el Festival de Cine de Venecia el 1 de septiembre de 2012.
Su carrera como actriz comenzó cuando tenía solo 11 años, cuando interpretó un pequeño papel en una película que dirigió su padre. A partir de ese momento y al haber conocido su talento en la gran pantalla, los papeles comenzaron a llegarle sin parar. Un ejemplo que refleja su trabajo en el cine es la película The sisterhood of the travelling pants, en la que interpretaba a Bridget, la chica guapa que es una apasionada del fútbol y que se encapricha de su monitor del campamento al que acude ese verano.
Por supuesto, esta diva del nuevo cine ha causado sensación en el mundo de la moda. Se ha convertido en un icono, en un prototipo de estilo y elegancia para vestir. Muchas chicas quieren ser ella, muchas chicas visten ya como ella. Y es que las nuevas generaciones ven a Blake como una imagen de marca. Blake Lively o Serena van der Woodsen es un ejemplo a seguir para las fanáticas de las nuevas tendencias.
![]() |
En la premiere de su última película "Salvajes" |
![]() |
No deja indiferente a nadie en las alfombras rojas. |
Solo me queda deciros que, si nunca habéis disfrutado de ninguna película o serie en la que ella aparezca, deberíais dedicar al menos un rato de vuestra ajetreada vida para ver en la pantalla a una de las nuevas diosas de Hollywood. Además, este verano podéis ir al cine y ver Salvajes, su nueva película. En ella, la actriz tuvo que enfrentarse a escenas subiditas de tono durante ya los primeros días de rodaje. A pesar de ello, ha asegurado que, gracias a esas escenas, se creo un gran vínculo entre ella y los dos actores con los que comparte cartel: Taylor Kitsch y Aaron Johnson.
Paz Olivares.
viernes, 10 de agosto de 2012
Los viernes son sagrados
Los viernes se nos notan en la cara a todos. Y, el que lo niegue, no es de fiar. A unos se les nota en la forma de vestir, a otros en la manera de sonreír y a los de más allá se les nota en cualquier otra cosa. En mi caso, mi imagen es de viernes totalmente. Los viernes siempre han sido mi día preferido de la semana. No los sábados, como para la mayoría de los mortales, sino los viernes. Es un día “medio fuera” del fin de semana, pero también “medio dentro”. Es un día en el que empiezas a planificar y a imaginar lo que vas a hacer durante esos dos días libres que tienes por delante.
Yo siempre he disfrutado de los viernes, pero ahora que hago prácticas en verano, los vivo como si fueran el último día de mi vida. Sí, sí, como si fueran el último. Y es que cada viernes de este mes de agosto preparo la maleta con unos shorts, dos bikinis, un vestido, unas cuñas y cualquier camiseta que encuentre por mi armario. Y en el bolso: gafas de sol, cascos, IPhone, cartera, los chicles que siempre llevo (5 Cobalt “Una menta refrescante”, sí, de los azules), el libro que me empecé ayer “Las cosas que no nos dijimos”, un quitagrapas (y aquí os preguntaréis ¿para qué narices lleva esta mujer un quitagrapas en el bolso?, bueno, pues me es muy útil por las mañanas en el trabajo para no destrozarme la manicura), y, lo más importante LOS BILLETES DE TREN.
A las cinco de la tarde cojo un tren con dirección Paraíso, un tren con dirección Benicassim. Allí están las personas con las que me gustaría estar todos los días del verano. Pero nooooo, tengo que estar sola en la capital como una pringada. En fin, qué le voy a hacer. Lo bueno es que los fines de semana me cunden mucho en ese paraíso. Bueno, vale, no es el Caribe, pero para todos los que llevamos veraneando en el mismo sitio desde que éramos pequeños, ese lugar nos parece especial. Allí lo único que tienes que pensar es lo que vas a hacer esa misma tarde, si vas a jugar al volleyball o si vas a quedarte en la playa hasta las tantas tumbado; si vas a cenar en la playa o si vas a irte por ahí.
Pues bien, esta mañana me he levantado, mirando con un ojo solo, como todos los días. Porque claro, esas horas son mucho madrugón para alguien a quien tanto le gusta dormir como yo. Me he arreglado, he desayunado, he cogido el bolso, las llaves del Mini, me he subido al coche y he cogido la A-1, desde la que he visto el amanecer, como todos los días. (Esta gente de la radio, madruga mucho… ¿por qué no harán programas a partir de las nueve de la mañana?) Hoy he elegido un vestido largo hasta los pies color coral de Stradivarius (a juego de mis uñas de manos y pies), unas sandalias tipo romanas, una chaquetita beige para combatir el frío del aire acondiconado y un bolso de Bimba y Lola.
Y con esto, acabo mi post de hoy desde Onda Cero. Hasta luego, queridos.
PD: Benicassim me espera. (Si estuviera escribiendo en Twitter pondría el hastag #quegusto)
lunes, 23 de julio de 2012
Pequeñas cosas
Esta tarde ha sido una de esas en las que estás muerto de sueño, pero no consigues dormirte. Esas a las que se podría llamar tarde de "intento de siesta". Pues me he tumbado de lado en mi cama y si, era súper apetecible. Me iba a empezar a leer un libro titulado "Las cosas que no nos dijimos", pero estaba demasiado cansada como para concentrarme.
Me he girado hacia el otro lado y me he empezado a fijar en pequeños detalles que me rodeaban en ese momento. El sonido de las agujas de mi reloj swatch de color morado; el dolor que seguía teniendo en la mejilla derecha después de haberme mordido esta mañana; en la cicatriz que tengo en la pierna desde hace dos meses por un arañazo que me hice gracias a la caída en unos arbustos; el nuevo arañazo que me he hecho este fin de semana gracias a otros arbustos (sí hombre, más torpe y no nazco); mi voz afónica de hoy; mi corcho lleno de fotos que siempre está ahí pero que nunca miro; cosas físicas que, aunque no lo creamos, tienen importancia. Pequeños detalles.
Pequeños detalles que nos hacen acordarnos de cosas de las que nunca nos acordamos. Esos arañazos o esas cicatrices nos pueden enseñar que has tenido malos momentos pero que ya han cicatrizado, que ya han pasado de largo. Nos pasa a todos. Momentos que no volveremos a pasar. Arañazos que nos hacemos pero que nos enseñan a caernos y a levantarnos, con o sin ayuda. Arañazos que se convierten en ligeros recuerdos.
El dolor en la mejilla. Bueno... en realidad no significa nada, pero me dolía bastante. Como alguien que conozco diría y se reiría al decirlo: "Ah, pues no". En fin.
Las agujas del reloj, sí. Esas son las más importantes, digamos. Son unas pequeñas piezas que están en el reloj, aunque también en nuestras mentes y nos hacen pensar que cada segundo que pasa es un segundo en el que respiramos. Cada segundo es de oro, aunque eso si, un oro que no se compra.
Y con este momento de inspiración, hasta otra queridos.
Paz Olivares.
Me he girado hacia el otro lado y me he empezado a fijar en pequeños detalles que me rodeaban en ese momento. El sonido de las agujas de mi reloj swatch de color morado; el dolor que seguía teniendo en la mejilla derecha después de haberme mordido esta mañana; en la cicatriz que tengo en la pierna desde hace dos meses por un arañazo que me hice gracias a la caída en unos arbustos; el nuevo arañazo que me he hecho este fin de semana gracias a otros arbustos (sí hombre, más torpe y no nazco); mi voz afónica de hoy; mi corcho lleno de fotos que siempre está ahí pero que nunca miro; cosas físicas que, aunque no lo creamos, tienen importancia. Pequeños detalles.
Pequeños detalles que nos hacen acordarnos de cosas de las que nunca nos acordamos. Esos arañazos o esas cicatrices nos pueden enseñar que has tenido malos momentos pero que ya han cicatrizado, que ya han pasado de largo. Nos pasa a todos. Momentos que no volveremos a pasar. Arañazos que nos hacemos pero que nos enseñan a caernos y a levantarnos, con o sin ayuda. Arañazos que se convierten en ligeros recuerdos.
El dolor en la mejilla. Bueno... en realidad no significa nada, pero me dolía bastante. Como alguien que conozco diría y se reiría al decirlo: "Ah, pues no". En fin.
Las agujas del reloj, sí. Esas son las más importantes, digamos. Son unas pequeñas piezas que están en el reloj, aunque también en nuestras mentes y nos hacen pensar que cada segundo que pasa es un segundo en el que respiramos. Cada segundo es de oro, aunque eso si, un oro que no se compra.
Y con este momento de inspiración, hasta otra queridos.
Paz Olivares.
jueves, 19 de julio de 2012
Memorias de una becaria 1
Buenas, queridos. Os escribo desde la redacción de una emisora de radio. Espero que los jefes no me vean ahora mismo. Pero también espero que no haya una cámara oculta vigilándome, o cualquier tipo de cámara que, aunque no sea oculta del todo, yo no haya visto. Hacía mucho que no escribía, pero ya tenía ganas y, sobre todo, inspiración.
Hace unos meses me presenté a unas pruebas para poder hacer prácticas en verano en la radio. En fin, no es en lo que me gustaría trabajar el resto de mi vida, pero por algo tengo que empezar. Los que me conocen saben que algún día me gustaría trabajar en una revista de moda o de viajes. Me encanta escribir, aunque me da mucha pereza, eso sí. Soy vaga de vez en cuando, por no decir la mayoría de las veces que me mandan hacer algo. Bueno, no me entretengo, que me voy por las ramas.
El caso es que hace unos meses, como ya he dicho, me llamaron después de haber mandado el currículum para ver si estaba interesada en hacer unas pruebas. Yo, no sé ni cómo, dije que si. El día llegó, era lunes y yo, con lo nerviosa que estaba, no fui a clase. Vamos, es que no me lo pensé dos veces y me quedé durmiendo una hora más que de costumbre. Aquí es una de las ocasiones en las que se puede comprobar mi pereza. Me levanté temblando como si fuera un flan, me puse mi camisa de Hollister de cuadros fucsia, mis vaqueros pitillo, unas manoletinas azules marino de Calvin Klein, cogí mi bolso y me subí en el coche.
Cuando llegué al sitio, solo veía gente y gente que tenía la misma cara que yo. Sí, esa cara de idiota que se nos pone a todos cuando no sabemos hacia dónde ir ni qué hacer. Entramos todos en una sala y nos dieron un carpeta de esas de cartón con varias preguntas de actualidad y con un folio para después hacer una prueba de redacción.
Me senté en una silla y me puse a leer las preguntas. Mi cara fue un poema. Mi cara fue de alucine. Mi cara fue de: ¿¡Dios mio, qué es esto!? A medida que iba leyendo, la cosa no mejoraba, así que opté por tranquilizarme y por hacer lo que pudiera o lo que se me ocurriera. Eso hice. Contesté a las preguntas lo mejor que supe y conseguí que me cogieran en Onda Cero.
Lo peor fue cuando me dijeron que me habían cogido, porque al principio me llevé desilusión por no poder irme de vacaciones en el mes de agosto, pero después pensé que iba a ser una gran oportunidad y que podía sacrificar un mes de mi vida por algo que podía abrirme puertas en el futuro.
Os seguiré contando cómo me va en la radio, aunque, de momento, no me va del todo mal. Aunque creo que es porque todavía no he empezado a hablar en directo. Cuando sea así, veremos.
Paz Olivares.
Hace unos meses me presenté a unas pruebas para poder hacer prácticas en verano en la radio. En fin, no es en lo que me gustaría trabajar el resto de mi vida, pero por algo tengo que empezar. Los que me conocen saben que algún día me gustaría trabajar en una revista de moda o de viajes. Me encanta escribir, aunque me da mucha pereza, eso sí. Soy vaga de vez en cuando, por no decir la mayoría de las veces que me mandan hacer algo. Bueno, no me entretengo, que me voy por las ramas.
El caso es que hace unos meses, como ya he dicho, me llamaron después de haber mandado el currículum para ver si estaba interesada en hacer unas pruebas. Yo, no sé ni cómo, dije que si. El día llegó, era lunes y yo, con lo nerviosa que estaba, no fui a clase. Vamos, es que no me lo pensé dos veces y me quedé durmiendo una hora más que de costumbre. Aquí es una de las ocasiones en las que se puede comprobar mi pereza. Me levanté temblando como si fuera un flan, me puse mi camisa de Hollister de cuadros fucsia, mis vaqueros pitillo, unas manoletinas azules marino de Calvin Klein, cogí mi bolso y me subí en el coche.
Cuando llegué al sitio, solo veía gente y gente que tenía la misma cara que yo. Sí, esa cara de idiota que se nos pone a todos cuando no sabemos hacia dónde ir ni qué hacer. Entramos todos en una sala y nos dieron un carpeta de esas de cartón con varias preguntas de actualidad y con un folio para después hacer una prueba de redacción.
Me senté en una silla y me puse a leer las preguntas. Mi cara fue un poema. Mi cara fue de alucine. Mi cara fue de: ¿¡Dios mio, qué es esto!? A medida que iba leyendo, la cosa no mejoraba, así que opté por tranquilizarme y por hacer lo que pudiera o lo que se me ocurriera. Eso hice. Contesté a las preguntas lo mejor que supe y conseguí que me cogieran en Onda Cero.
Lo peor fue cuando me dijeron que me habían cogido, porque al principio me llevé desilusión por no poder irme de vacaciones en el mes de agosto, pero después pensé que iba a ser una gran oportunidad y que podía sacrificar un mes de mi vida por algo que podía abrirme puertas en el futuro.
Os seguiré contando cómo me va en la radio, aunque, de momento, no me va del todo mal. Aunque creo que es porque todavía no he empezado a hablar en directo. Cuando sea así, veremos.
Paz Olivares.
miércoles, 21 de marzo de 2012
Ser feliz es vivir
¿Nunca os habéis preguntado si existe la verdadera felicidad? ¿Habrá de verdad un momento de felicidad máxima? ¿Será todo como siempre? ¿Se podrá alcanzar ese grado de optimismo? Yo últimamente lo he pensado muchas veces.
Todo empezó el otro día, cuando estaba hablando con mis mejores amigos. Se me ocurrió de repente. Se lo planteé de manera muy simple y muy espontánea: -Chicos, ¿vosotros creéis que existe la felicidad absoluta?
En seguida obtuve una respuesta, la respuesta que me esperaba. Cuando hice esa pregunta, en mi mente había dos posibilidades, las dos personas que más probabilidades tenían de contestarla. ¿Por qué? Porque esas dos personas se suelen hacer también ese tipo de preguntas tan filosóficas.
Si caemos, no podemos quedarnos mirando al suelo, siempre deberíamos mirar hacia arriba, deberíamos mirar quienes son las personas que están a nuestro alrededor tendiéndonos la mano. Eso es lo que de verdad cuenta. "Hay veces que es necesario caer para ver quién te ayuda a levantarte". Es necesario el dolor para conocer esa felicidad que tanto buscamos.
Todos tenemos esos momentos de no saber qué hacer, ni a dónde ir, ni cómo actuar. Pero, ¿y qué? ¿de verdad esos momentos nos sirven de algo? Sí, esos malos ratos que pasamos sin saber cuál es nuestro papel son los que nos van a ayudar a seguir adelante. Son esas horas, pensando qué hacer con nuestra vida o qué hacer con las personas que te rodean, las que nos van a dar fuerzas para darnos cuenta de que, por mucho que no queramos verlo de este modo, el optimismo es la mejor forma de vida. Levantarnos por las mañanas y pensar en todos aquellos que están contigo siempre y que nunca te han fallado, eso es una de las razones para no caer más.
Paz Olivares.
En este caso, fue muy sencillo: "La felicidad existe". Hay algún momento en nuestra vida que vamos a alcanzarla. No nos damos cuenta pero, todo lo que nos hace ser infelices, todas las piedras que nos encontramos y con las que tropezamos, todos los obstáculos que tenemos en nuestro camino hacia la felicidad, son los que nos hacen fuertes. Todas las dificultades que se nos presentan, ocurren por algo.
Si caemos, no podemos quedarnos mirando al suelo, siempre deberíamos mirar hacia arriba, deberíamos mirar quienes son las personas que están a nuestro alrededor tendiéndonos la mano. Eso es lo que de verdad cuenta. "Hay veces que es necesario caer para ver quién te ayuda a levantarte". Es necesario el dolor para conocer esa felicidad que tanto buscamos.
Todos tenemos esos momentos de no saber qué hacer, ni a dónde ir, ni cómo actuar. Pero, ¿y qué? ¿de verdad esos momentos nos sirven de algo? Sí, esos malos ratos que pasamos sin saber cuál es nuestro papel son los que nos van a ayudar a seguir adelante. Son esas horas, pensando qué hacer con nuestra vida o qué hacer con las personas que te rodean, las que nos van a dar fuerzas para darnos cuenta de que, por mucho que no queramos verlo de este modo, el optimismo es la mejor forma de vida. Levantarnos por las mañanas y pensar en todos aquellos que están contigo siempre y que nunca te han fallado, eso es una de las razones para no caer más.
Paz Olivares.
martes, 28 de febrero de 2012
Un día encontré el paraíso
Muchos dicen que el paraíso está en un lugar muy muy lejano, pero pocos saben que está más cerca de lo que creemos. Yo encontré el mío hace cuatro meses, más o menos. Un lugar que está a dos horas y media de avión de Madrid y un lugar al que me iría en cada rato que tuviera. Algunas personas lo compartieron conmigo, y también piensan igual que yo, que es un sitio relajante, maravilloso y de desconexión total.
Lo gracioso es que este viaje se empezó a planear como seis meses antes de que se hiciese realidad, pero no me extraña nada, pues el destino estaba clarísimo: Tenerife. Después de llevar dos meses ya de depresión post- verano, llegó el día 11 de octubre, ese día que tanto esperábamos, el día en el que nos dejaríamos llevar por los aires canarios y por el aroma a tierra volcánica. Ese día no me importó en absoluto ir a clase, fui feliz pensando que en unas horas estaría subida en un avión rumbo a la isla.
Cuando nos quisimos dar cuenta, estábamos ya subidos en el autobús que nos llevaba al hotel. Me habían hablado del hotel al que íbamos, pero yo estaba intrigadísima por saber cómo era. Decían que era impresionante, que era uno de los hoteles más bonitos de todo el archipiélago, pero se quedaron cortos con todas esas descripciones. Cuando llegamos era ya de noche, pero el color rojizo de la fachada del hotel se apreciaba perfectamente. ¿Os imagináis estar en uno de esos palacios árabes que salen en las películas? Pues esto era más o menos así. Entramos en el hall y todo era elegante y lujoso, todo brillaba como una patena. Pero cuando llegamos a las habitaciones, ahí no pudimos alucinar más. Dos camas enormes, un baño gigantesco y una terraza que daba a la parte delantera del hotel.
Al levantarnos, nos encontramos con un buffet de desayuno impresionante, en el que había de todo lo que os podéis imaginar y más. Y cuando salimos al aire libre, fue cuando nos sentimos en el mismísimo paraíso. Piscinas, campos de golf, playas, flores, calor, sol, aguas cristalinas, el canto de los pájaros; la tranquilidad por excelencia. Me dio esa sensación de estar como flotando por las nubes, eso que sientes cuando tus piernas andan solas y no controlas los movimientos de tu cuerpo.
Me sentía camuflada en un universo de calma, no pensaba en nada y mi mente fue libre por un tiempo. A pesar de que siempre tenemos preocupaciones en la cabeza, recuerdo perfectamente que supe dejarlas a un lado y concentrarme solo en lo que tenía delante de mis ojos esos días.
Es verdad que ya había estado en Tenerife, pero también es cierto que los viajes cambian según con las personas con las que vayas. En esta ocasión fui con un grupo de gente con el que me encanta estar, unas personas con las que me siento muy a gusto y con las que paso mucho tiempo habitualmente. Personas con las que he compartido muchos momentos y con las que me gustaría seguir compartiendo cosas, unas personas con las que me río hasta más no poder.
Me sentí completamente feliz durante ese viaje de cinco días, cinco días que pasarán a la historia y cinco días que los recordaré siempre como perfectos.
Paz Olivares.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)